El peligro acecha en Internet con los ciberdelincuentes


Los ciberdelincuentes son una de las grandes amenazas en cuanto a seguridad, tanto para empresas como para particulares. Se trata de personas o grupos especializados que cuentan con un amplio dominio de Internet y todo su entramado, pero también hay expertos en seguridad informática, puertas traseras y toda una retahíla de trucos para burlar los sistemas de seguridad más modernos.

Los datos de las tarjetas de crédito son uno de los productos que más se solicitan en lo que podríamos llamar el lado oscuro de Internet, donde existe todo un mercado que puede pagar hasta 1.000 dólares, o más, por los datos de una cuenta bancaria. Quien vende estos datos no sabe lo que van a hacer con ellos, simplemente cobra su dinero y ya está, dejando al dueño de la tarjeta completamente indefenso.

Anular la tarjeta es lo único que podría detener los ataques de los ciberdelincuentes, quienes con gran habilidad pueden vaciar el contenido de una cuenta en menos de 15 minutos sin que su rastro se pueda trazar, lo que resulta algo frustrante para los cuerpos de seguridad que se dedican a estos asuntos de delitos informáticos.

Existe una gran economía sumergida en Internet, un lado oscuro del que no todo el mundo tiene conocimiento, pero donde se llegan a mover miles de millones de euros fuera de los circuitos legales, siendo un caldo de cultivo para “ciber-fechorías” que en muchos casos quedan completamente impunes.
No es cuestión solo de que nos roben la tarjeta físicamente, sino que mediante métodos como la ingeniería social puedan hacer que demos nuestro número de tarjeta o incluso hasta la clave de la misma y los números de seguridad, con lo que estaremos perdidos.


Existen webs que son el calco exacto de la de nuestra entidad bancaria, aunque hay aspectos que pueden revelar que se trata de un fake, pero no todo el mundo puede darse cuenta. Por estas y muchas otras razones, a la hora de utilizar la tarjeta de crédito, tanto física como virtualmente, no hay que dar la clave a nadie en ningún momento ni tampoco los números de seguridad. No podemos jugárnosla en ningún momento.

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