Ha pasado mucho tiempo de
aquellas oficinas espartanas con teléfonos de disco en lugar de smartphones, de
archivadores y papeles en lugar de ordenadores y un sistema centralizado de
información. La evolución es una constante que no se detiene en ningún momento,
pero no solamente en el mundo laboral sino en prácticamente todos los aspectos
de nuestra vida.
Por ejemplo,
tranquilamente podemos buscar un alquiler de despachos en Madrid para realizar nuestro trabajo, durante unos días o
durante más tiempo y ampliar nuestra red de contactos; también podemos
compartir coche para hacer viajes y ahorrar dinero dado que los gastos se pagan
entre todos los que van en el vehículo.
Una de las últimas
tendencias va más allá del trabajo o el transporte, se trata del cohousing,
compartir un espacio residencial o bien construido o adquirido de manera
conjunta por varias personas, pueden ser 5, 10, 20 ó 100 si se desea.
Asimismo pueden ser
familia, amigos, desconocidos o una mezcla de todos ellos, pero todos con un
denominador común, deben ser compañeros y no se trata solo de llevarse bien, si no de crear una nueva forma de convivencia, donde todos se encargan del
mantenimiento del inmueble, reducir gastos y cubrirlos entre todos o crear
servicios que puedan ser utilizados por todos, como si fuese una cooperativa.
Aunque pueda parecer algo
demasiado nuevo, hay que remontarse 30 años atrás para conocer el modelo Andel,
de los países escandinavos, donde todos los que participan saben que no se
trata de una propiedad privada individual ni tampoco de un alquiler, solo es un
grupo de personas que son socias y se convierten automáticamente en
copropietarias de un edificio, siempre contando con el derecho común y donde
todos pagan las cuotas, siempre en proporción al espacio que ocupa.
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