A pesar de que hoy en día
contamos con software de gestión de proyectos a un nivel muy
potente, no podemos olvidarnos de una de las metodologías ágiles para la
gestión de proyectos, con capacidad para abarcar diferentes aspectos de un
proyecto como introducción de cambios y requisitos, interacción con el cliente,
desarrollo incremental, etc., estamos hablando de Scrum.
A pesar de su curioso
nombre, no responde a un acrónimo, se llama así, directamente. Esta metodología
nace a mediados de la década de los años 80 y suele ser usada principalmente en
el sector de las TIC, aunque su uso
puede extenderse a diferentes campos de la industria, donde haya la necesidad
de realizar una labor en conjunto para sacarla adelante.
Lo mismo ocurre con el
rugby como deporte, si se quiere ganar, debe hacerse en equipo y en este
deporte también se utiliza la palabra Scrum, aunque en este caso no se trata de
la metodología sino que esta palabra quiere decir Melé, el momento en el que
todo el equipo se convierte en una piña, si conocéis este deporte seguro que ya
sabréis de qué se trata,.
Scrum está basado en un
enfoque ciertamente repetitivo donde cada iteración se llama Spring. Puede
aplicarse a cualquier proyecto donde encontremos un timeline de funcionalidades
o labores por realizar así como un entorno complejo que requiera bastantes
cambios y también un equipo enfocado únicamente a la realización de esta tarea.
Scrum plantea el
desarrollo de versiones, una tras otra, y mejoradas, listas para usar y
completamente evaluables, independientemente si el equipo de desarrollo de un
proyecto es pequeño o es grande, tiene la capacidad de adaptarse sin problemas
a cualquier clase de carga de trabajo, facilitando resultados de manera rápida
y algo muy importante, una gran flexibilidad a la hora de trabajar.
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