Son conocidas como
tarjetas RFID, pero también como HID
tarjetas de proximidad y se trata de
soportes de PVC con forma de tarjeta que gracias a que tiene un dispositivo de
radiofrecuencia, permite saber dónde está su portador en todo momento, siempre
que la utilice con el lector del dispositivo adecuado.
Su uso está muy extendido
pero el más común es en todo lo relacionado con controles de accesos en
edificios, pero también se utiliza para realizar seguimiento de los equipajes
de las compañías aéreas, devolución y préstamo de libros, películas y música en
bibliotecas, accesos restringidos a determinadas zonas de una oficina o
comercio, etc.
La utilización de esta
clase de tarjetas resulta muy parecido al que tienen las tarjetas que usan tecnología NFC,
es decir, se acercan a un lector específico y se realiza la función que esté
programada: abrir una puerta, fichar la hora de entrada, etc.
Esta tecnología permite un
importante ahorro dado que la tarjeta no sufre desgaste porque solo se aproxima
al lector, no se introduce ni se pasa por un lector de bandas magnéticas.
Además el lector tiene un bajísimo mantenimiento, casi nulo.
Son cómodas y las personas
que las utilizan no tienen que llevar llaves para abrir puertas, además tienen
el mismo tamaño que una tarjeta de crédito, por lo que pueden ser llevadas en
cualquier bolsillo o cartera. Además proporcionan una alta seguridad gracias a
que esta tecnología HID las provee de un código diferente que, en principio, no puede ser duplicado.
De esta forma, y gracias a
estas características, estas tarjetas se han convertido en una de las
alternativas más utilizadas hoy en día en el mundo empresarial, con excelentes
resultados y el consiguiente ahorro de gastos para la empresa, quien a cambio
recibe un excelente producto y una gran seguridad.
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