Las demandas de preferentes
están a la orden del día y son muchísimas personas las afectadas por este
problema, por lo menos en nuestro país. Pocas personas podrían imaginarse el
riesgo que podía llegar a tener este producto financiero de carácter complejo y
para el que no todo el mundo estaba preparado.
Este producto tenía y tiene
tres riesgos de peso.
- El capital no tiene ninguna garantía, lo que hace que cuando se quiera recuperar la inversión realizada se deba poner en venta en el mercado secundario. El valor no es el mismo que el de la adquisición y se somete a cotización, por lo que se puede perder un buen pellizco de dinero.
- La liquidez es muy baja dado que son a perpetuidad, lo que dificulta el proceso para la recuperación de la inversión, teniendo que ser una compra-venta, algo que no se hace precisamente en un abrir y cerrar de ojos.
- El FGD o Fondo de Garantía de Depósitos no cubre absolutamente nada en caso de las preferentes, por lo que si el banco acaba quebrando se pierde completamente la inversión.
Esto no era informado a las
muchas personas a quienes seducían con algo que tienta a todo el mundo, una
alta rentabilidad, dado que las preferentes remuneran por encima de los
depósitos, algo que hacía que las personas se interesasen con la finalidad de
conseguir un mejor ROI.
Lo que tampoco se informaba
es que si la entidad bancaria no ha llegado a tener beneficios ni ha tenido que
pagar dividendos, el cupón anual puede no ser cobrado. Asimismo la propia
entidad se reserva su completo derecho a la suspensión de las participaciones
si le conviene, algo que solo puede hacerlo unilateralmente, el cliente, por
supuesto, no puede. Con este panorama no es de extrañar que las demandas sigan
siendo una de las más comunes en muchos juzgados españoles.
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