La pérdida de tarjetas
de crédito es algo que suele suceder con cierta frecuencia en todo el mundo
pero más aún los robos. Con la tecnología actual son muchos hackers los que tienen
a las tarjetas de crédito como uno de sus objetivos principales para encontrar
una fuente de ingresos, totalmente ilícita y que supone grandes pérdidas de
dinero tanto para las compañías aseguradoras y también para los bancos, además
de las molestias que esto pueda ocasionar a los usuarios.
Esto no solamente beneficia
a los hackers sino que toda persona relacionada directa o indirectamente con
este ataque puede sacar beneficio del “negocio” del robo de tarjetas de
crédito.
¿Quién se beneficia de ello?
Los principales beneficiados
son los atacantes, quienes mediante diferentes técnicas consiguen robar datos
de las tarjetas de crédito y posteriormente las venden al mejor postor o en
webs específicas para ello, ubicadas en la red Tor, una red que no puede ser
rastreada y que es caldo de cultivo de infinidad de ciberdelincuentes.
Los programadores del código
malicioso y los exploit
que han creado las herramientas con las que los hackers realizan el ataque. Uno
de los kits de código malicioso más importantes de los últimos años fue
BlackPOS, el cual estuvo a la venta en el mercado negro y fue muy adquirido en
todo el mundo.
Otro grupo de personas,
delincuentes cibernéticos, se encarga de comprar el registro de las tarjetas de
crédito o débito robadas. Son estos los que cometen el fraude y el consiguiente
robo de identidad.
Además los más modernos pueden producir tarjetas
fraudulentas para hacer compras online o incluso crearlas para hacer pagos en
persona, aunque esta opción solo está al alcance de unos pocos.
Finalmente también se
benefician los servicios de Cash-out, los cuales, dentro de la ilegalidad, son
contratados por los ciberdelincuentes para poder ser mediadores en el lavado de
dinero conseguido de forma ilegal.
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