Las tarjetas
de fidelización de clientes
son parte indispensable de muchas de las marcas más comunes que vemos en
nuestro día a día. Son una forma de recompensar a los clientes más fieles,
permitiéndoles participar en diferentes programas con los que conseguir
diferentes ventajas frente a los clientes esporádicos.
¿Cómo funcionan esta clase de tarjetas?
Cuando un
cliente se hace asiduo de un establecimiento comercial, desde éste, se tiene
una deferencia (o se debería) para premiarle con su lealtad. Una tarjeta de
fidelización le permitirá conseguir precios más baratos que las personas que no
son clientes, pero también tienen otras ventajas muy interesantes.
En el
momento en el que un cliente con una tarjeta de fidelización va a finalizar su
compra, se la entrega al dependiente para que este la pase por un lector.
Automáticamente, y dependiendo del importe de la compra, se le cargarán más o
menos puntos en su tarjeta
Los puntos
que se van acumulando permiten al cliente obtener descuentos en los productos
más habituales, regalos, probar las novedades antes que el resto de clientes, conseguir detalles gratuitos, acceso a merchandising,
etc., todo depende de cómo esté diseñada la campaña de marketing de la empresa
donde se van a hacer las compras.
Cabe
destacar que los regalos que se pueden obtener mediante puntos serán de más
envergadura cuanto más alta sea la cantidad de puntos acumulados en las
tarjetas. Esto es un reclamo muy importante para las empresas, porque no solo
se consigue fidelizar a los clientes, sino que muchas personas tienen un innato
espíritu competidor y no dudarán en buscar el regalo de más valor, redundando
en un mayor beneficio para la empresa.
Con ellas,
la empresa busca que el cliente se sienta atraído por obtener puntos,
descuentos o regalos y hace que sus visitas a la tienda sean más frecuentes,
pero eso sí, los productos deben ser de calidad para que resulten atractivos al
público.
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